Esto es así
porque forman el marco de movimiento de los niños y niñas, regula sus
interacciones y también las nuestras, sus movimientos y el tipo de convivencia
que queremos.
Los peques
traen sus propias reglas implícitas desde casa. La mayoría de las familias no
escribe en un papel las normas de casa pero ellos las van absorbiendo e
interiorizandolas de modo que cuando llegan a la clase actúan como se les ha
enseñado a actuar.La cuestión es que las maestras y maestros también
tenemos nuestras normas implícitas: el modelo de funcionamiento de clase
que queremos, pero para que los peques los vayan asumiendo tenemos que:
- sopesar hasta que punto mi
clase puede seguir ese modelo.
- darle forma clara y explícita,
a través de frases, imágenes o símbolos, para que ellos lo vayan
interiorizando.
Si no
realizamos este proceso no podemos exigir a nuestros alumnos que sigan una
normas que o bien no entienden o bien no están claras.
Pero las
normas no solo deben abordar temas como: "Me como el desayuno
sentado/a" o "Levanto la mano para hablar". En las normas
también se regulan las relaciones entre compañeros y con la maestra. Si
queremos una clase en la que haya relaciones de cuidado y buentrato,
desde las normas deben regularse las situaciones para que ello ocurra.
Por otra
parte este marco les dará seguridad, sobre todo a medida que las vayan
asumiendo hasta constituirse en hábitos que a su vez favorecerán el
desarrollo de la autonomía individual.